lunes, 23 de enero de 2012

Flúor de fresa


No sé si alguna vez habéis sufrido ese momento en el colegio, en que los dentistas de tu centro sanitario más cercano venían a hacer revisiones a los alumnos. Esos momentos en los que tú estabas acongojado y siempre temías que te llamaran por orden de lista. Veías que tus amigos entraban allí y no salían, y te asustabas aún más. Pero ahora lo piensas y dices... "Ahí había una orgía o algo raro con el dentista...", pero en realidad, salían por otra puerta. Te tocaba el turno y te subía un calor increíble. El dentista EN PRÁCTICAS (esas dos palabras son las que pueden hacer que pierdas toda la confianza del mundo. Y es aún peor cuando te sacan sangre o te ponen una inyección), que en ese momento no sabes ni lo que es EN PRÁCTICAS, pero ahora lo piensas y te acongojas aún más. Y lo primero que hacen, es mirarte las muelas on un palo unido a un espejo redondo, luego, te ponen un corcho con la forma de una dentadura relleno de flúor de fresa. No he probado cosa más mala que eso en toda mi vida. Encima de que sabe a rayos, te dan arcadas y no puedes soltarlo en cinco minutos. Después de eso sales con un estuche que lleva una pasta de dientes y un cepillo, además de que por culpa del flúor de fresa no puedes comer en una hora.


Historias de mi vida.

Atte: Ainara Villalba

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