miércoles, 13 de junio de 2012

Motivos de sonrisa


Te levantas cada mañana, esperando ver algo esperanzador en tu vida, y cada día, te levantas en vano, porque nada ha cambiado. Tu madre sigue igual contigo, con la misma indiferencia hacia ti, tu padre en lo único que piensa es en la oportunidad que tendrá mi hermano en el fútbol, y a mí, ya sólo me queda estudiar. Miro por la ventana, y la misma bruma  matinal de las mañanas de Agosto cubre Málaga, no sé si intenta decirme algo, creo que sí, pero no logro descifrar qué. Esa bruma acapara todo a su paso, y pronto, vuelve a salir el sol. Así, durante todo el mes de Agosto, y yo, con mi inminente esperanza en que el sol volverá a salir. Por donde quiera, me da igual, pero quiero que vuelva a salir el sol, y sí, siempre levanta el día.
En Septiembre, esa bruma matinal ya no cubre el cielo por la mañana, supongo que esta vez sí que sale el sol, definitivamente. No sé de qué forma, porqué sitio saldrá.
No sé con quién ir, qué hacer, ni que camino tomar. Estoy confusa. Aturdida. Casi parece que en la vida he empezado un curso en el instituto, y llevo ya casi cinco años. En este Septiembre, llega gente nueva, gente que se va, que fluye y que nunca sabremos donde van a acabar. Se agotan las relaciones, las amistades, pero presiento que este curso no será igual. Hoy comienza una nueva etapa, y casi sin saberlo, lo único que me hace intuirlo, es mi estado anímico. Salgo del instituto, feliz, sonriente, quizá por las personas que ahora me rodean. Sonrío, y entonces, es cuando llego a mi casa. Se me quitan las ganas de todo, las ganas de seguir adelante con todo, y entonces, aparecen ellas. No sé cómo. No me preguntéis porqué, pero ellas están ahí. Siguen ahí, de hecho. Y cada mañana me despierto pensando en una de ellas, cada día en una, por lo que, mi semana tiene ocho días. Ocho maravillosos días de la semana, uno por cada sonrisa que me sacáis cada una. Ocho sonrisas cada una, pero yo creo que este dato es engañoso, las estadísticas engañan. A veces llego a mi casa e ignoro a mi madre, lo único que tengo ganas de hacer, es de volver al instituto, una mañana más, para verles las caras mañaneras, para ver como alguna llega tarde y sale corriendo. A veces sólo necesito eso. Otras, necesito un abrazo, un beso, pero nunca tengo que pedirlo. Aunque nadie se lo crea, son las únicas personas que me devuelven la sonrisa que les saco cuando están mal, ahora, mi esfuerzo tiene recompensa. Al final, ya en junio, el sol ha salido todas y cada una de las mañanas, levantando cada uno de mis ocho días de la semana. Esa bruma a la que tanto temía, esa bruma de Agosto, creo que este año ya no volverá, y espero que no lo haga nunca.
La gente se va, viene, fluye, pero los sentimientos siempre perduran.

Atte: Un lanjostino verde.

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